miércoles, 14 de septiembre de 2011

XVI Marcha Cicloturista Huétor Tájar



Ocho fuimos los miembros del club que finalmente nos dimos cita para ir a Huétor: Víctor, Álvaro, Pedro, Salvador, Jesús Orca, Jose María Farma, Paco Italiano y yo.


Quedamos en La Tana. Allí, según llegábamos empezamos a interesarnos por las características del tramo libre, el ritmo al que se subiría, etc. Todo ello mientras hacíamos tiempo esperando a Manolo Medina (que no apareció), a Farma, que salimos sin él y nos encontramos en el mismo Huétor. No así a Juan Carlos, que ya sabíamos que no iba.

Salimos en coche para Huétor. En 45 minutos estábamos aparcados en las calles cercanas al polideportivo. Fuimos todos juntos a por los dorsales, como buen equipo. Según dan los dorsales, vemos que no estaba previamente asignados, sino que los van repartiendo por orden de llegada, de ahí que los tuviésemos correlativos. Como curiosidad, Salvador fue el núm. 100, Solís el 16 (debió sacarlo a las 6 de la mañana).


Nos dieron vale para desayuno en los bares cercanos, que aprovechamos. Una vez con las necesidad hechas, a preparar flacas.

Tras el desayuno y la puesta a punto de nosotros mismos y del material, nos apelotonamos junto a la salida. Debíamos ser algo más de 200 ciclistas, alguno con mucho mérito. Uno con sólo una pierna (la tenía amputada prácticamente en la cadera), y otro compañero con un brazo, el derecho, con malformación de nacimiento y por ello con todos los controles, frenos, cambios, etc, en la maneta izquierda.


Salimos a las 9 y cuarto. Unos km de llaneo entre la salida y Loja, a ritmo muy suave, con frecuentes frenazos porque vamos retenidos y hay ganas de ir rápido. En el paso por Loja, gente en la calle aplaudiendo, lo cual anima y hace sentir un pro. Nada más salir de la población, ya se huele el tramo libre.

Es en el pueblo de los roscos cuando empiezan las pendientes, aún controladas. Solís me indica que quedan 2 km para el tramo libre, y empezará en una rotonda que cruza la autovía A.92. Así es. Llega la rotonda, el coche que abre la marcha da un bocinazo prolongado y tira para adelante, y junto a él, los habituales fieras de todas las marchas, que presumo no quitarían plato en todo el rato. Yo intento pillar mi ritmo, y un grupo adecuado. Eso hice. Fui en un grupo adecuado a mi ritmo, sin compañeros de nuestro club. Y fue adecuado porque fuimos tirando uno de CC Malagueño y yo, llevando todo el rato a 8 o 9 ciclistas más detrás, sin dar un relevo. Supongo que irían justos de fuerza. El “puerto” tenía varios descansos y tramos de poca pendiente, con alguno cercano al 6% o así, calculo yo. Era de ir a plato, aunque a ratos opté por ir con plato pequeño y coronas pequeñas, para no cruzar mucho la cadena. Para llevar velocidad de entre 25 y 40 por hora casi siempre. Acabé el tramo libre delante de Farma y detrás del resto de compañeros del club. Más o menos lo esperado.

En Zafarraya avituallamos, y aprovechamos para las fotos de rigor.

A partir de ahí, la cosa iría neutralizada y a ritmo cómodo, sólo roto por 3 o 4 repechos apañados, de doler las piernas. Bajada rápida para Loja, desde el “Cerro de la Gallina”, en bajada y sin dar pedales, y ya oliendo Huétor, se acelera algo más. En éste pueblo, cuando pensábamos que íbamos a hacer 107 km en la ruta, nos dan una magnífica vuelta por sus calles que hace pasar de 112 km.

Descargamos bicis y nos acicalamos, unos con un simple secado de sudor en el maletero del coche, y otros, los más limpios o los más sudorosos, optamos por la ducha. Tras ella, comida a base de paella y bebidas a base de cerveza y refrescos. Tranquilamente comemos mientras asistimos a los inicios de la exhibición de Cobo en el Angliru por pantalla gigante, y al sorteo de regalos, tan esquivo para nosotros. Al final, cuando pensábamos que nos íbamos sin nada, Víctor recogió el trofeo al más joven.

Y con éstas, en coche a casa, que quien más y quien menos, tenía cierta prisa.

No querría terminar sin dar nuevamente las gracias a Solís y a la Peña Ciclista de Huétor Tájar su hospitalidad.