La mañana empezó pronto. Nunca había ido a una cicloturista, y los nervios me podían por la noche. Desde las 6 estuve en danza, oyendo caer las últimas gotas de lluvia. A las 7 salté de la cama, di un beso a la parienta, y me puse a desayunar. Revisé la mochila con todos los artilugios: ropa de todo tipo, gafas de cristal claro, botines, etc. Bajé bici y mochila al garaje, y en marcha. 34 km hasta Vélez, aún de noche, en donde seguía lloviendo. Llego, aparco a unos 500m de la salida, y en chándal voy a por el dorsal, el 7.
Vuelvo al coche, lo coloco en la chaqueta, y a buscar un bar para el café de última hora y esa cagadita de rigor. Me encuentro a un compañero del club (Tripleplato), le acompaño a aparcar cerca de mí, nos preparamos, y en bici a la salida. Eran 500m, si, pero adoquinado y mojado. Puro Tour de Flandes.
Pero me iba notando algo de pulso, imagino que por los nervios y la excitación. En la zona de salida, calo la altitud del altímetro del Polar y efectivamente lo compruebo: 137 ppm en reposo. ¡La ostia! Esto se haría largo, pensé. Cuento por encima los cicloturistas que íbamos a salir, unos 120.
Empezamos. Se callejea por la ciudad, con vías adoquinadas y otras asfaltadas. Hasta que se sale a la carretera general, por la principal y no por la secundaria de El Trapiche (hay un desprendimiento de la noche anterior). Un poco de llaneo antes del tramo libre, la subida a de Canillas de Aceituno. En esa zona llana fue la única en la que metí el plato. Pero veo que sigo alto de pulsaciones (140-150 ppm), y encima empieza a llover. Enseguida para, justo al empezar la subida. Me veo acelerado (175-180, e incluso cerca de 190 alguna que otra vez). Intento no mirar al cacharrito. Afortunadamente, al empezar la subida, es el km 0 de esa carretera, con lo que los hitos kilométricos ayudan a regular. Voy de menos a más. Creo que nadie me pasó en la subida, y si en cambio adelantaría a unos 15 o así.
Voy incluso ayudando a algunos que les veo atrancados, dándoles ánimos. A pesar del pulso elevado, me veo "cómodo" y con buenas sensaciones. Llego al pueblo, nos reagrupamos en la plaza del pueblo y entramos a una sede social al avituallamiento: vino, morcilla, chorizo y mantecados. Cojo los mantecados y un botellín de agua.
Seguimos, ya neutralizados. El terreno es pestoso, lleno de ríos de agua que cruzan el asfalto, con barro, y se rompe el grupo muchas veces. Hay tramos y repechos jodidos.
Finalmente, descendemos para Vélez, sin poner plato, porque en cada curva se veía peligro por el agua. Llegamos a la meta y...entrega de premios.
No me pensaba quedar, porque no pensaba que había ganado nada, y además era tarde. De hecho, me hice una foto con una pareja disfrazados de pavos-gallinas, con la idea de que fuese el único pavo a catar ese día. El de la megafonía empiezan por cadetes, juveniles, etc. Élite, gana un holandés (Paul Kneppers) del Reyno de Navarra que se le ve buena pinta, de medio pro. Llegan los Master-30.
"Tercer clasificado...Enrique Bueno", dice el de la megafonía. No sabía donde meterme. Pero voy avanzando, subo al podio. Foto y esperar al segundo y primero. Más fotos y para abajo. Luego me pongo a mirar y es que, efectivamente, pocos Master-30 había. Seríamos unos 10 o así.
Total, que para casa con bici llena de barro, equipación negra, y un trofeo. Un pavo-mudéjar curioso, como se ve en las fotos.
Podio
A lo Rafa Nadal
Días más tarde, sale la clasificación y se ve que se han hecho un poco de lío con los dorsales. No acabé el tercero de los Master-30, porque ese tiempo no lo hice ni por casualidad. O una equivocación o que sólo contaron los federados en la clasificación. A saber. Pero el caso es que tengo un pavo de bronce en la estantería.